Galmarini está al frente de la SAO desde diciembre, cuando fue elegido para ocupar la presidencia por dos años. Durante la charla con Comunicar Salud, trazó el perfil de una asociación científica que, a punto de cumplir cien años, apunta con sus acciones a generar cada vez mayores beneficios para sus asociados. Capacitaciones continuas, inauguración de la plataforma “consultorio móvil” y la firma de un convenio con la Academia Americana de Oftalmología para garantizar el acceso a publicaciones científicas, son solo algunos de ellos.

El rol fundamental que tiene la visión en la Salud Pública, las principales causas y los efectos de la ceguera en Argentina y en el mundo, y cuáles son las principales innovaciones que se verán en el futuro, en materia de oftalmología, son aspectos que forman parte de las preocupaciones de esta organización.

¿Cómo está constituida la Asociación, en cuanto a la Comisión y cantidad de socios?
La SAO se fundó en 1920, fue una de las primeras sociedades que se formó en oftalmología y siempre se mantuvo independiente. Actualmente, tenemos 2600 socios, de los cuales entre el 30 y el 35 por ciento residen en la provincia de Buenos Aires. Podría decirse que uno de cada tres es del interior.

Aunque no todos los asociados votan, pertenecer a la SAO brinda prestigio y se debe a que somos una sociedad científica de referencia. Tenemos miembros adherentes y titulares, estos últimos son alrededor del 20 por ciento y deben cumplir una serie de requisitos; después están los honoríficos, que por estatuto son muy pocos y los vitalicios.

Por su parte, la Comisión Directiva se renueva cada dos años y quien la presida no puede ser re electo al terminar, recién puede aspirar nuevamente al cargo tres periodos después. En la historia de nuestro organización solo tenemos dos presidentes que repitieron entre seis y diez años más tarde.

¿Cuáles son los alcances del organismo y los beneficios para los asociados?

Somos una sociedad netamente científica y académica. Anualmente, desarrollamos un congreso que es un lujo. Este año y el 2018 los vamos a hacer junto con el Consejo Argentino de Oftalmología (CAO), que es otra sociedad importante a nivel nacional, de la que somos parte y, entre otras cosas, reúne a todas las cátedras del país.

A su vez, todos los meses organizamos los ateneos inter hospitalarios y sesiones ordinarias, donde hay mesas redondas en las que se abordan diversos temas. Tenemos, además, la SAO Joven y los One Day de los viernes, que se organizan en torno a diferentes temas como pueden ser presbicia, refracción oftalmopediátrica y muchos más. A estos cursos asisten sin cargo los socios, los que no lo son tienen que pagar, y en el congreso tienen un descuento importante.

Como parte de los beneficios académicos hay cursos, como el de ecografía ocular, que se dicta desde hace 30 años; o el de mácula. Todo se realiza en la sede, donde inauguramos otra aula con capacidad para cerca de 130 participantes y ya teníamos otra para 60.

Además, tenemos un convenio con la Universidad de Buenos Aires (UBA) mediante el cual se ofrece el curso UBA/SAO de la carrera de Médico Especialista, e hicimos un convenio con la Universidad del Noroeste, con quien estamos dando unos cursos a distancia. Ahora estamos con el de traumatismo y todo el año que viene se darán distintos temas que se irán uniendo con el objetivo de tener una maestría a distancia.

Como presidente, en conjunto con la Comisión, ¿qué objetivos se plantean para el mediano plazo?

El principal objetivo es el crecimiento de la oftalmología argentina y de la sociedad.  La Comisión Directiva la conformamos médicos de entre 48 y 58 años; a todos nosotros SAO nos dio mucho cuando comenzamos la profesión.

Por eso creemos que es bueno trasladarles ese sentimiento a los socios. Todos los cursos y beneficios que ofrecemos persiguen ese objetivo. Creemos que nuestra obligación es darle beneficios al oftalmólogo y a la oftalmología en general. Las sociedades viven de sus asociados entonces siempre hay que beneficiarlos, para que estén contentos y orgullosos de pertenecer. Independientemente de que seguro les sirve ser socios de la SAO por un tema de prestigio.

Actualmente, cuentan con un seguro de mala praxis sin cargo, antes era de manera individual, ahora pueden tener dos. Todos los asociados con su cuota al día gozan de este beneficio y los titulares tienen también lo que se llama consultorio móvil, presentado el mes pasado. Se trata de la historia clínica digital computarizada.

El servicio lo ofrecemos a través de una empresa que nos lo brinda por 25 años. Le permite al profesional la capacidad de tener las historias clínicas en una nube, comunicarse con el paciente para informarle la fecha de una operación o decirle cuáles son las recomendaciones previas a la intervención, enviarle un mensaje, o si perdió su receta decirle cuál es la prescripción y cómo aplicarla según conste en la historia clínica.

Asimismo, contamos con One, que es un programa que tiene la Academia Americana de Oftalmología, con quien tenemos convenio, que permite ingresar absolutamente a todas las revistas oftalmológicas y a los artículos completos.

En definitiva, con la Comisión apostamos a construir una SAO cada vez más fuerte.

¿Qué lugar ocupa en la Salud Pública la oftalmología y cuál debería tener?

La visión es fundamental para la Salud Pública. Si el que no ve es un niño es alguien que no aprende, que no lee, y eso no le sirve a él ni a la familia, tampoco al Estado. Si quien pierde la visión es una persona laboralmente activa, pierde su capacidad de trabajo. Y si es un jubilado, se convierte en alguien a quien hay que atender o ponerle una persona que lo cuide.

Por todo esto, la visión es una capacidad que laboralmente, socialmente y desde la Salud Pública es fundamental. Nosotros creemos que se pueden hacer muchas cosas. El jueves 12 de octubre se celebró el día mundial de la salud visual y creo que en Argentina se pueden hacer campañas importantes para disminuir el glaucoma, la retinopatía diabética, la situación de los chicos que nacen con algún problema congénito o que impide la visión.

Las cataratas, por ejemplo, es un problema por el que muchas veces, en gran Buenos Aires o en otras zonas alejadas, las personas quedan ciegas por no acceder a operarse, porque no tienen cobertura o un médico dentro de su zona de residencia. Entonces creemos que hay mucho por hacer en Salud Pública sobre este tema.

¿Está equilibrada en el país la relación oftalmólogos población?

Por supuesto en Buenos Aires tenemos muchos; mientras que en algunos lugares son pocos, aunque la cantidad por habitantes esta bien. Los que no están bien manejados son los recursos aplicados a las políticas de salud o a las campañas sanitarias.

Desde el CAO realizan campañas sanitarias. La del glaucoma y retinopatía diabética, por ejemplo. Este año se hizo una campaña sobre ambliopatía, una patología común en la niñez, que se da cuando no desarrollan la visión de un ojo o de los dos y es ampliamente reversible, recuperables.

Todo esto es importante para nosotros, por eso tenemos muchas reuniones y participamos cada vez que nos llaman, siempre estamos intentando llegar, tenemos buena relación con la asociación de médicos municipales, con las universidades.

¿Con qué instituciones se vinculan?

Aparte del CAO, hay muchas sociedades que se ocupan de las sub especialidades oftalmológicas, como la de retino y vitro, de cornea y catarata, estrabismo, oftalmo infantil, legal, etc. Con todas nos llevamos muy bien y estamos trabajando también en ese sentido con las sociedades del interior, como las de Corrientes, Rosario, Santa Fe, Tucumán. Del mismo modo, buscamos llevarnos bien con todas las cátedras: de la UBA, la Barceló y los hospitales públicos oftalmológicos como el Santa Lucía y Lagleyze.

Nuestra intención es seguir creciendo.

En materia de innovación, ¿hacia donde va la oftalmología a nivel mundial y local?

Lo tecnológico hizo una revolución muy grande hace treinta años, cuando empezamos, hasta ese momento no se ponían lentes intraoculares. Nuestras abuelas usaban anteojos muy gruesos cuando se operaban de cataratas; ahora son personas normales, sin necesidad de usar eso. La técnica fue cambiando y cuando antes abríamos medio ojo o 12 milímetros, ahora son solo 2,5 milímetros; después ponemos una lente plegable o lentes multi focales. Te adelanto un futuro al que no se le encuentra la solución: la presbicia.

Pero en definitiva la revolución tecnológica comenzó hace 30 años de la mano de lo que es el microscopio. Antes operábamos con lupas. Ahora empieza a verse todo lo 3D, que es operar con anteojos, sin microscopios. Hay que ver cómo avanza porque se está desarrollando en el mundo y acá también se está probando, pero hay que ver cómo va.

De cualquier modo, el desafío es disminuir los ciegos en Argentina y en el mundo.

¿Es una cifra de impacto en el país?

Sí, hay muchos y las causas principales son la ceguera absoluta y la legal, que es la que no permite a la persona trabajar, o valerse por sí mismo, como puede ser la retinitis pigmentaria, que te achica el campo visual; el glaucoma; la retinopatía diabética; la catarata no operada que se vuelve muy densa; o los accidentes laborarles, que son muchos y graves.

Silvina Iturralde

Licenciada en comunicación social, especialista en asuntos corporativos y periodista con amplia trayectoria en medios nacionales.