En este marco, la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE) llevó a cabo una capacitación para medios sobre la Enfermedad Inflamatoria Intestinal. El encuentro contó con las exposiciones de Sonia Niveloni, presidente de la SAGE; Alicia Sambuelli, presidenta del Grupo Argentino de Enfermedad de Crohn y Colitis ulcerosa; y Juan De Paula, jefe de la sección de enfermedades inflamatorias del Servicio de Gastroenterología del Hospital Italiano.

Las EII, son procesos inflamatorios del intestino de causa desconocida y evolución crónica. Las lesiones tienen tendencia a reactivarse en forma intermitentemente.

La colitis ulcerosa afecta el intestino grueso (colon) desde su porción más inferior (recto). Se extiende hacia arriba en longitud variable, sin zonas sanas intercaladas.

La enfermedad de Crohn por su parte, puede afectar una o más porciones del intestino delgado, el intestino grueso (colon), y raramente otras partes del tubo digestivo. Estas localizaciones pueden combinarse o presentarse aisladas. A diferencia de la colitis ulcerosa, donde las lesiones son continuas, pueden intercalarse zonas sanas y lesionadas. El recto está afectado en la mitad de los casos.

El comportamiento clínico de ambas enfermedades es variable en las distintas personas, tanto en la localización y extensión de las lesiones, como en la severidad.

“Las EII no discriminan por estrato social y es una enfermedad global en progresivo aumento. La mayoría de las personas diagnosticadas son jóvenes,  que se ven afectados en el período de mayor productividad laboral o en su etapa educativa”, explicó Sambuelli, referente de este grupo que reúne a más de 80 profesionales de todo el país especializados en el tratamiento de este tipo de enfermedades.

Sus causas se están investigando aun, pero se estima que combinan varios factores. Si bien se han sugerido como desencadenantes virus o bacterias, no pudo ser demostrado como causa ningún agente infeccioso. “Parecen intervenir factores genéticos predisponentes, combinándose con uno o más factores ambientales. Pero esto no significa que los hijos van a heredar la enfermedad, la frecuencia entre familiares es sólo levemente mayor” ” afirmó la doctora Sambuelli.

“Se ha discutido mucho la incidencia de la alimentación pero no hay evidencia o pruebas concretas que nos permitan afirmar que son la causa. Si es cierto que cuando los pacientes tienen la enfermedad activa deben tomar recaudos en su dieta para no agravar los síntomas” comentó

Independientemente de la causa, el sistema inmune que normalmente nos defiende, comienza a agredir al intestino como si no reconociera algunas estructuras como propias (reacciones autoinmunes). Se generan fenómenos inflamatorios, dando lugar a lesiones orgánicas que se reactivan intermitentemente. Los factores emocionales no parecen ser la causa primaria, aunque a veces se observa coincidencia de algunos síntomas con episodios de estrés. “Esto no significa que el estrés sea el causante de la enfermedad, pero como en cualquier patología puede agravar los síntomas” afirmó Sambuelli.

“Si bien el impacto de lo emocional es un componente importante, es importante que no carguemos a los pacientes con la culpa de que son ellos los que se generan la enfermedad por estar estresados. Es un error cultural echarle la culpa al paciente” explicó el doctor Juan De Paula, Jefe de la sección de enfermedades inflamatorias del Servicio de Gastroenterología del Hospital Italiano. Quien también señaló como error “el pensar que solo con la dieta se puede controlar la enfermedad. Muchos pacientes creen esto y abandonan la medicación”, agregó De Paula.

Síntomas Frecuentes

Los síntomas más comunes son: diarrea, sangrado, dolor abdominal, fiebre y pérdida de peso, dependiendo del tipo de enfermedad y la localización. Suelen repetirse intermitentemente.

Puede haber manifestaciones fuera del intestino (sólo en algunos pacientes) que difieren según los casos. Las más comunes son las articulares (sólo dolor intermitente o también inflamación llamada artritis) dermatológicas (de la piel) y oculares (ej: “ojo enrojecido”). “La pérdida de sangre por material fecal puede ser por diversas causas, pero hay que alertar, debe ser estudiada” afirmó Sambuelli.

El tratamiento debe adaptarse a la severidad y a la localización. El objetivo que se busca es: calmar los síntomas, cicatrizar las lesiones cuando es posible, disminuir la posibilidad de que se reactive, disminuir las internaciones y las cirugías.

“Ningún paciente es igual a otro, cada uno puede requerir un tratamiento particular” comentó la doctora Sambuelli. “La medicina tiende a un tratamiento más específico. Todos los pacientes viven la enfermedad de forma diferente” coincidió De Paula

El avance de la inmunología mejoró la calidad de vida de los pacientes. Sin embargo, no se ha hallado aún la cura definitiva de la enfermedad. “Investigadores de todo el mundo trabajan activamente en este tema y que ya estén disponibles varias drogas de reciente desarrollo y otras en investigación, nos permite tener esperanzas” concluyó Sambuelli.

Silvina Iturralde

Licenciada en comunicación social, especialista en asuntos corporativos y periodista con amplia trayectoria en medios nacionales.