Por Claudio Parisi, presidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC), coordinador GT Alérgeno Alimentario ILSI Argentina. MN: 95292.
Más de la mitad de los niños con alergias desmejoran con la llegada del otoño. Los cuadros más comunes son el asma y la rinitis alérgica que se tornan más severos, aumentando la frecuencia de sus síntomas y duración.
El cambio de estación trae consigo la baja de temperaturas y, en consecuencia, un mayor uso de la calefacción y una menor ventilación que, sumado al aumento de la humedad ambiental, crean el ambiente perfecto para la proliferación de alérgenos de interiores, tales como los ácaros del polvo, y los hongos.
El cuerpo puede ser sensible a algunas de esas sustancias, por lo que el sistema inmune reacciona provocando un cuadro de alergia que suele presentarse con tos, estornudos, moqueo nasal, lágrimas y ojos irritados. Además, en casos severos también puede causar picazón, urticaria, dificultad respiratoria, ataques de asma e, incluso, anafilaxia.
Algunos alérgenos se concentran 5 veces más en ambientes interiores en comparación con los exteriores. Tanto en hogares como en los colegios o en guarderías y jardines de infantes los alérgenos pueden encontrarse en distintos objetos. Por ejemplo, en alfombras, colchones, sábanas, almohadas, cortinas, peluches y ropa húmeda. Otros alérgenos frecuentes son el polen que puede ingresar desde el exterior, y el epitelio de los animales (la caspa de las mascotas) que puede encontrarse en muebles, sillones, camas, cortinas, y que viaja con los chicos a la escuela donde entran en contacto con otros chicos.
La tendencia a desarrollar alergia suele tener una base hereditaria lo que significa que se puede transmitir de padres a hijos. Cuando un padre es alérgico sus hijos tienen hasta un 40% de posibilidades de padecerla. Si ambos padres son alérgicos las posibilidades de serlo pueden ascender a un 70%. Sin embargo, también es muy importante la epigenética, es decir, el ambiente al que el niño está expuesto y que puede provocar que “se enciendan los genes” relacionados a la alergia.
El otoño también conlleva el repunte de enfermedades virales, que además de producir los síntomas normales, activan los efectos de las alergias y hacen que los síntomas empeoren.
El tratamiento indicado para mejorar el estado alérgico es con corticoides inhalados y antihistamínicos indicado por un especialista que permitirá mantener la vía aérea limpia. Luego del diagnóstico, los especialistas en alergia pueden recomendar vacunas subcutáneas o sublinguales específicas que disminuyen la reacción a los alérgenos y mejoran notablemente la calidad de vida.
La polución indoor es una creciente preocupación puesto que las personas pasan casi el 90% de su tiempo en estos espacios. Las principales causas de polución en espacios internos incluyen estufas a gas o querosene, el humo de cigarrillos, algunos productos de limpieza que aumentan la sensibilidad alérgica y la hiperreactividad, desencadenando los síntomas.
Alergias más comunes al cambio de estación:
- Rinitis alérgica. Reacción de las membranas de la mucosa de la nariz después de una exposición a ciertos alérgenos, como el polvo o el polen. En ocasiones, puede acompañarse de síntomas asmáticos.
- Asma. Puede ser producido por alérgenos como ácaros, pólenes, epitelios de animales, hongos, o alimentos. Es la clase de asma más frecuente.
- Alergias a mascotas. De igual manera que en el caso de los ácaros y los hongos, el descenso de las temperaturas hace que no s quedemos más tiempo en casa, y que por eso sea más probable que aparezcan alergias a la caspa de nuestras mascotas.
- Dermatitis atópica. El otoño en sí mismo no tiene por qué empeorar sus síntomas, pero el regreso a la ciudad después del verano, el uso de lana o el frío, entre otros factores, puede hacer que la piel se descame e irrite.
Cómo luchar contra las alergias de otoño
- Aspirar las alfombras con frecuencia y limpiar inmediatamente productos derramados
- Ventilar los ambientes de 5 a 10 minutos por día y no hacer un uso excesivo de la calefacción.
- Cambiar los filtros de la calefacción y del aire acondicionado, con el objetivo de evitar bombear aire con polen o ácaros.
- Usar protectores de almohadas y colchones y sábanas a prueba de ácaros
- Lavar las sábanas, por lo menos, una vez por semana con agua caliente
- Evitar los peluches en las camas de los niños
- Dejar entrar el sol a los ambientes disminuye la humedad y elimina alérgenos.
- Escoger superficies duras para los pisos
- Usar aspiradoras con filtro HEPA que no deja salir al alérgeno.
- Evitar que las mascotas suban a la cama
- No apilar ropa mojada
- No comer en la cama
- Renovar el colchón cada 10 años
- Usar extractor al cocinar
- No usar pinturas o productos químicos en espacios cerrados
- Evitar fumar en interiores.