¿Qué objetivos tiene la Dirección que encabeza?
-“La Dirección tiene como objetivos principales, como su nombre lo indica, la promoción de la salud y de las políticas y acciones de control de enfermedades no transmisibles, canalizar las políticas y acciones que, en gran medida, se establecen desde el Ministerio de Salud de la Nación. El Ministerio formuló una estrategia nacional de prevención y control de enfermedades crónicas no transmisibles (aprobada por resolución ministerial Nº 1083). Esta Resolución contiene las grandes líneas estratégicas de un plan de acción para la prevención y control de estas enfermedades. Y es en este marco que la Dirección fue creada para fortalecer institucionalmente y llevar a cabo dicha estrategia, que además está enmarcada en la estrategia regional y global de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
¿Cuáles son los ejes de esa estrategia?
-La formulación de políticas públicas; la prevención de las enfermedades con políticas activas de promoción; mejorar la vigilancia epidemiológica y el monitoreo de las enfermedades y, principalmente, mejorar los procesos de atención a nivel de los servicios de salud.
¿Cuáles son las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT)?
-Se suele englobar bajo el concepto de ECNT a cuatro grupos de enfermedades: las cardiovasculares, la diabetes, los distintos cánceres y las enfermedades crónicas respiratorias, aunque últimamente se ha incluido en este grupo también a las enfermedades renales crónicas.
¿Por qué enfermedades tan diferentes requieren una estrategia común?
-Porque desde el punto de vista epidemiológico comparten determinantes comunes como la alimentación inadecuada, el sedentarismo y el consumo de tabaco. Así, las políticas orientadas a fomentar la actividad física en la población no solo tienen que ver con la prevención de la diabetes, por ejemplo, sino que también involucra a todas las enfermedades mencionadas.
¿Hay en la actualidad señales de alerta para la salud de la sociedad en general?
-Lo que está empeorando en Argentina –igual que ocurre a nivel mundial como tendencia- es la obesidad. Estamos asistiendo a una epidemia global de obesidad sustentada mayormente en el crecimiento del sedentarismo, aunque también en la alimentación inadecuada. En Argentina, la obesidad pasó de 14,6 puntos a 18 puntos entre 2005 y 2009. Y si a la obesidad se le suma el sobrepeso, en Argentina el 53 por ciento de la población mayor de 18 años tiene algún grado de sobrepeso. Por su parte, el sedentarismo, en el mismo período, saltó del 47 por ciento al 53 por ciento. No ayuda tampoco que cada vez haya más gente que consuma menos de frutas y verduras.
¿Qué consecuencias tiene esto?
-El crecimiento de otras enfermedades. Cuando crece la obesidad, crecen la diabetes y el colesterol. Estos son los datos actuales más preocupantes desde el punto de vista sanitario, y también desde el punto de vista económico, porque el crecimiento de estas enfermedades tiene importantes costos directos e indirectos en la economía. Pero fundamentalmente es preocupante desde el punto de vista del desarrollo humano. La obesidad trascendió la esfera de lo estrictamente sanitario. En este sentido, en septiembre de 2011, la Organización Mundial de la Salud convocó a una reunión de los jefes de Estado de los países miembros, para tratar el crecimiento de las enfermedades crónicas en el mundo.
¿Cuáles son las causas de esta negativa tendencia global?
-Está vinculada a muchas cuestiones, como la industria de los alimentos, la aparición de nuevas tecnologías y el crecimiento del parque automotor, por ejemplo.
¿Cómo se contrarresta esta cuestión?
-Con este tema hay una cuestión importante, porque las acciones que más ayudan a contrarrestar el problema están fuera del sector de la salud. Todos los sectores están involucrados: transporte, educación, urbanismo, desarrollo social, trabajo, comunicación, etc. Ahora: ¿qué sector convoca, lidera y pone en agenda el problema? No obstante, se realizan intervenciones muy efectivas, como aumentar la currícula de actividad física de los estudiantes o propiciar ambientes libre de humo en los ámbitos laborales. Si bien estos cambios no los puede impulsar el Ministerio de Salud de la Nación por sí mismo, tampoco va a provenir individualmente desde los otros sectores, porque el interés principal de que estos cambios sucedan es del sector salud.
¿Interviene de alguna manera la Dirección en este tema?
-Desde la Dirección convocamos a una Comisión Nacional Asesora, conformada por otros ministerios, la sociedad civil y las sociedades científicas, con la que venimos trabajando desde hace dos años con el fin de operativizar las políticas intersectoriales. Sabemos que no se puede ir contra el progreso, porque sería ir contra enemigos muy poderosos. Pero también sabemos que hay acciones muy efectivas que contrarrestan los efectos negativos de ese desarrollo. Y son acciones muy necesarias también, porque el problema es realmente grave. No podemos impedir que las personas compren televisores y computadoras porque generan sedentarismo, pero sí podemos informar e incentivar a la población para que realice actividad física. Cambiar la currícula para incluir más actividades a los estudiantes es una medida que tenemos que realizar. También hay otras acciones, como regular la venta en los quiscos de las escuelas, y la publicidad de los alimentos, que es un debate que vamos a tener que afrontar.
¿Y qué pasa con la otra epidemia, la del tabaquismo?
-Acá hay buenas noticias, porque está descendiendo. La lucha contra el tabaquismo nos da buenos mensajes y un aprendizaje importante. En el país disminuyó tres por ciento. Por otra parte, los ambientes físicos sociales han cambiado. Hoy no se puede fumar en cualquier lado, el hábito de fumar se desnormalizó, no se ve bien que alguien fume. Evidentemente, hubo grandes cambios y la tendencia en el tabaquismo es de descenso. Por un lado, hay menos gente que se inicia en el tabaquismo y, por otro, mucha gente que quiere dejar de fumar. Esto es un mensaje claro y nos da una enseñanza.
¿Cuál es la enseñanza y cómo se está logrando que el tabaquismo descienda?
-Durante cuarenta años el sector Salud le dijo a la población que el cigarrillo hace mal, que provoca cáncer, infartos, etc. y eso no logró frenar la epidemia sino que, por el contrario, el tabaquismo siguió aumentando. Esto demuestra el fracaso de intentar combatir una problemática tan grande como el tabaquismo desde un solo sector. El mundo comenzó a ganarle la pulseada al tabaquismo cuando se empezaron a realizar acciones por fuera del sector Salud. Por ejemplo, los ambientes cien por ciento libres de humo, que incluyen a ambientes de todos los sectores; la legislación que prohíbe fumar en lugares cerrados, que prohíbe la venta a menores y la publicidad, que restringe los puntos de venta, que aumenta los impuestos para encarecer el costo del producto y disminuir la accesibilidad. Todas estas acciones están haciendo que el tabaquismo descienda. Hay casos en que en un país el tabaquismo disminuyó diez puntos. Nosotros logramos bajarlo tres puntos, y mucho tuvieron que ver en esto las reglamentaciones provinciales de ambientes libres de humo. Y ahora, con la Ley Nacional del Control de Tabaco, esperamos que esto tome un impulso más fuerte. Para la próxima Encuesta de Factores de Riesgo, que tendrá lugar en 2013, esperamos que la prevalencia en tabaquismo descienda mucho más.
Individuo, Estado y comportamiento social
¿Cómo influye el modo de vida actual en la salud social
-Hay una cuestión clave para comprender la profundidad del problema: el comportamiento de las personas. Es decir, cómo nos comportamos: nos movemos lo menos posible, no realizamos actividad física, nos alimentamos mal, fumamos, etc. Pero este comportamiento no puede ser atribuido a decisiones individuales únicamente, sino el Estado no tendría nada que hacer y las políticas públicas no tendrían que existir. El Estado podría seguir diciendo qué cosas hacen mal y qué cosas hacen bien, pero las personas eso ya lo saben e igualmente están cada vez más obesas y sedentarias. Esto ocurre, en parte, porque las decisiones individuales están fuertemente condicionadas por el entorno físico y social en el que uno vive. Así, uno lanza el mensaje de que caminar es saludable pero los entornos no lo favorecen, porque sucede que las veredas están rotas, por temas de seguridad, por cuestiones laborales, etc., entonces es muy difícil que la población en general mejore su nivel de actividad física. Acá es donde se ve el ejemplo del tabaquismo: la gente fuma menos y se inicia menos en el tabaquismo porque el entorno físico y social es más favorable para no fumar.
En este sentido ¿qué se propone para combatir la obesidad?
-Análogamente a los que ocurre con el tabaquismo, además de decirle a la población que debe realizar actividad física, tenemos que mejorar las condiciones del entorno, por ejemplo, contar con más y mejor transporte público para disminuir el uso de autos y motocicletas; que en los trabajos haya opciones saludables de comida y que se favorezcan las pausas activas, que la ciudad cuente con más espacios públicos para que la gente decida no usar el auto y caminar. En este sentido, hay ciudades que son más obesogénicas que otras. Y tiene que ver con el diseño urbanístico y la planificación del transporte. La obesidad crece porque el entorno en el que vivimos es obesogénico. La publicidad, un componente muy importante del entorno social, también tiene mucho que ver. Si tomamos como ejemplo la pirámide básica del consumo saludable de alimentos, vemos que los alimentos de consumo menos básico y fundamental son los que tienen mayor publicidad. Lo contrario pasa con los alimentos importantes como las frutas y verduras. Y en este sentido, la publicidad es efectiva y muy poderosa. Volviendo al ejemplo del tabaquismo, la regulación de algunos aspectos cambia los hábitos de las personas.
Y con respecto a los alimentos ¿se ha implementado algún tipo de regulación?
-Es un tema fundamental. Se está avanzando. Y cada vez contamos con más conocimiento sobre algunas cuestiones. Las bebidas azucaras y gaseosas, por ejemplo, se sabe que tienen una relación estrecha con la obesidad infantil, porque son calorías que no se registran. A partir de esto algunos países comenzaron a regular la venta de alimentos y golosinas en las escuelas. Hay algunos productos que son más adictivos que otros. También, está la cuestión de cómo se presentan los productos. Hay formas correctas de presentar los contenidos de un producto en el envase para que el usuario sepa qué es lo que va a consumir. Otras formas de mejorar la regulación de alimentos tienen que ver con regular el tamaño de las porciones, la oferta de los restaurantes, etc.
¿Qué se ha hecho concretamente en este sentido?
-Una de las cosas más importantes que hemos hecho tiene que ver con el consumo de sal. El tabaquismo y el consumo de sal son los dos aspectos que mayor impacto sanitario tienen. En nuestro país, hay un consumo diario promedio de sal por habitante de entre 12 y 13 gramos, cuando lo que se recomienda es no más de 5 gramos. Hay estimaciones que indican que por cada gramo menos de sal que se consuma a nivel sociedad se estarían evitando unos 20 mil infartos y ACV y unas dos mil muertes por año. Si logramos disminuir 3 gramos de sal en el consumo, disminuiremos un 10 por ciento la mortalidad.
¿Cómo se logra disminuir el consumo de sal en la población?
-Por un lado, se logra diciéndole a la gente que racionalice su consumo de sal doméstico en la preparación de alimentos. Pero el principal problema con la sal es la cantidad de sal oculta que consume la población a través de alimentos procesados: pan, galletitas, pastas, fiambres, enlatados, salsas, caldos. Y en la actualidad, el porcentaje de consumo de comidas procesadas que ingerimos es muy alto. Además, las comidas rápidas, listas para comer o pre hechas –ultraprocesadas- han ido ocupando cada vez un lugar más destacado en la dieta de la población. Esta es una de las principales razones por las que existe un excesivo consumo de sal.
¿Qué medidas concretas se tomaron al respecto?
-Desde la Dirección, trabajamos enfocados en mejorar la calidad de los productos que salen al mercado de consumo y, en este sentido, hemos logrado dos importantes avances. Uno es la modificación del Código Alimentario Argentino en relación a las grasas trans (grasas aterogénicas, vinculadas con la arteriosclerosis y la diabetes), en colaboración con la propia industria, por supuesto, porque a veces no resulta sencillo reemplazar las grasas trans y ellos deben evaluar la factibilidad de hacerlo. El objetivo es que en el 2014 Argentina sea un país libre de grasas trans. Esta es una medida innovadora y pionera en la región. También, el Código Alimentario Argentino estableció que, en dos, las margarinas y aceites para consumo general fabricadas con grasas trans sean retiradas del mercado. Para el resto de los alimentos el plazo es 2014. La otra medida tiene que ver con la reducción del consumo de sodio. Debido a que entre el 60 y 70 por ciento de la sal que consumimos viene en los productos procesados, realizamos acuerdos con las empresas productoras y establecimos metas para ir disminuyendo el uso de sodio en los productos. En total son unas 40 empresas, con casos en los que, en algunos rubros, dos empresas tienen el 80 por ciento del mercado. Los acuerdos firmados establecen que para dentro de dos años estas empresas deberán disminuir el uso de sodio en la elaboración de sus productos entre un 5 y un 18 por ciento, según se haya acordado con cada una de ellas. La disminución será gradual, para que no afecte al paladar ni el gusto del consumidor. Lo importante de todo esto es que estamos modificando el ambiente sin pedirle a la población que realice un gran esfuerzo, sino que regulando a la industria estamos permitiéndoles el acceso al consumo de productos más saludables. A nivel individual, estas medidas quizá pasen desapercibidas, pero a nivel de la población en general tienen un impacto muy favorable.
Por Wenceslao Bottaro